domingo, 10 de junio de 2012

EL CABALLO DE TURIN (2011)


EL SEPTIMO DIA

Según declaraciones del propio director Húngaro, esta será su última película que dirigirá, lo cual esperamos que dicha promesa no se cumpla, ya que, Bela Tarr, es un los más grandes directores de la actualidad,  su cine toma como referencia elementos de Tarkovsky, Bresson y Antonioni, pero ha imprimido a sus películas su sello propio, como esos largos planos secuencias, el uso de la fotografía de Blanco y negro, los silencios prologados, los travellings que han sido adoptados por otros directores, Lisandro Alonso (Liverpool), Gus Van Sant (Last days,  Gerry, Elephant) y recientemente Daren Aronofsky (El luchador y El cisne negro). 

En el prologo del film, nos narra el incidente que tuvo Nietzsche en la plaza de Turín, en donde un cochero inflige castigo a su caballo al no querer avanzar, Nietzsche aparece y abraza al caballo para que no sea golpeado, después de esto Nietzsche, se desmaya, y desde esa fecha se sumerge en la locura, dicha anécdota es contada en pocos minutos, el tiempo restante (dos horas y media) nos narra los seis días la vida del caballo, el cochero y su hija. 

El caballo de Turín (A Torinói ló), como en las películas de Bela Tarr, está construido por varios largos planos secuencias, en donde nos va contado el día a día de los protagonistas, los cuales se encuentran encerrados en su rutina, prisioneros en su propio hogar, imposibilitados de cambiar su destino. La película se encuentra segmentada por seis partes las cuales representan los días, y nos va contando lo ocurre en cada día, en donde la aparición de un caminante y los gitanos trastocan su rutina, hasta que un hecho transcendental para sus protagonistas, lo cual cambiará sus vidas. 


Lo importante en el cine de Bela Tarr, no es la utilización de largos planos secuencias, ni sus prolongados y obsesivos travellings, sino la forma como mueve la cámara, la cual es parte importante de la narración, la cámara se desliza delante de nuestros ojos sigilosamente, nos va contado lo que ocurre con los personajes, nos convierte en intrusos silenciosos. El cine de Bela Tarr,  exige al espectador estar atento a cada detalle, a la imagen, sonido, silencios, nuestros sentidos tienen que estar alerta, cada movimiento y quietud, aunque hayan escenas en donde el tiempo se encuentra suspendido, el silencio reina, y los diálogos son casi inexistentes, todo esto forman parte de la construcción, nada es accidental, todo lo que vemos y oímos, están puesto con un fin, Tarr construye al milímetro sus películas, es un creador total de su obra, es el dios que sopla en los días más oscuros, es el crujir del fuego, el que corta los hilos del destino, es aquel que pronuncia el silencio y detiene el tiempo a su antojo.

Si bien la historia se podría ser acusada de minimalista, tal vez la más minimalista que ha hecho hasta la fecha su director, es una historia que trasciende más allá de la vida de los protagonistas, nos habla de la oscuridad, de la destrucción de nuestro mundo, de ese mundo creado por nosotros mismos, en donde un hecho que puede ser considerado intrascendente puede acabar con todo, lo cual nos trae a la memoria la película Melancholia, estas guardan mucha relación, en cuanto al tema, pero en el caso de Tarr, su propuesta es menos obvia es más desoladora y pesimista, nos habla del silencio y oscuridad absoluta, en donde con un simple fotograma nos cuenta todo. 

Bela Tarr ha concluido de manera extraordinaria una las carreras cinematográficas más inspiradoras de la actualidad, ya que, El Caballo de Turin, es la última obra maestra de uno de los más grandes del cine contemporáneo, su último regalo para los amantes del cine, dándole las gracias por amar el cine cada día más.

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