jueves, 30 de agosto de 2012

ÉRASE UNA VEZ EN ANATOLIA (2011)



SIN  NINGÚN INCIDENTE


Hace buen tiempo el director turco Nuri Bilge Ceylan al al estreno de su película Tres monos (2008), manifestaba que prefería los silencios en sus películas, el no introducir muchos diálogos entre los personajes, para dar una naturalidad a lo que se ve en la pantalla, en donde la historia se va desentrañando por lo que vemos y no vemos. En su última película esto no ocurre, bueno tampoco es que exista un excesiva cantidad de diálogos, pero aquí las palabras tiene gran importancia, estas nos van describiendo la historia, en donde los personajes deberán tomar decisiones, en las cuales su elección de las palabras, resulta determinante en la historia. 


En la primera escena de película, vemos la toma del exterior de una ventana empañada, las imágenes al interior son borrosas, la cámara se va acercando, en donde las imágenes se vuelven más claras, viendo a tres hombres conversando y comiendo muy afablemente, el ladrido de un perro hace que uno de ellos se levante para ver qué pasa en el exterior, como si algo amenazante estuviera  a punto de llegar, después de eso la escena concluye. De ahí pasamos a una carretera rodea por los campos, un árbol y una fuente de agua destacan en la monotonía del paisaje, tres autos se acercan en el atardecer, se detienen frente al árbol, bajan y uno de ellos señala un punto y se vuelven  a introducir al auto reiniciando su recorrido. 

La razón del viaje de los autos se va explicando conforme transcurre la película, en donde dos detenidos son llevados por la policía, para que señalen el lugar que ha sido enterrado un cadáver, pero sin darnos muchos detalles de los hechos, de cómo ocurrió el asesinato, quien lo cometió, ni las razones de este, tan sólo vemos el desplazamiento de estos hombres tan dispares de un lugar a otro, para encontrar el cuerpo, llevando a la desesperación al comisario que se siente burlado por los detenidos. Es así que nos encontramos ante una roadmovie, que nos muestran las estepas de un pueblo turco, hermosamente fotografiado, recordando a lo western de Anthony Mann, por lo majestuoso de los paisajes. Pero también encontramos a una comedia negra costumbrista de un pueblo turco alejado de la ciudad.



Ceylan, toma de excusa la diligencia de la búsqueda del cadáver, para presentar y describir cada uno de los personajes que integrantes de la comitiva, en donde tenemos a un comisario de la policía, que se muestra como una persona de mucha autoridad, pero que en verdad es controlado por su mujer; a un médico forense que pertenece a la ciudad que muy escéptico sobre las creencia populares de los pueblo; un fiscal le interesa muy poco la investigación, que considerada que algunas casos son de imposible explicación; un detenido que se resiste a hablar sobre lo ocurrido. 


El uso de los efectos de sonido, como el sonido del agua, el viento que agita los arboles, consiguen crear un ambiente más cercano con la naturaleza. mientras se acerca al descubrimiento de lo anhelado, se nos va contado otra historia, una historia que surge como una simple anécdota, que va tomando mayor relevancia, sobre todo al final; las creencias populares, la verdad y la mentira se confunden. Es una película realista, en donde se cree en fantasmas, en muertes anunciadas, se ve muertos tomando licor, pero todo eso tiene una explicación  porque siempre buscaremos una explicación hacia lo inexplicable. 


Ceylan, va sembrando dudas a lo largo de la historia, es por tal razón, que omite brindar detalles, tan solo muestra lo necesario, para que los espectadores, llenemos lo vacíos dejados por el director, o expliquemos las razones de determinadas acciones, teniendo un final abierto, en el cual se pueden dar muchas interpretaciones, Ceylan señala que pueden ser cinco interpretaciones, o puede ser ninguna de esas cinco, lo que sí es seguro es  que su última película es un recorrido fascinante y estimulante del corazón humano. 

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